Al Curro Corriendo

La primera web en español para gente que va al trabajo corriendo.
The first website in spanish for run commuters.

¡¡Hasta la DGT anima a moverse a pie!!

Caminando dejas muchas cosas atrás. Ese es uno de los lemas que preside la nueva campaña publicitaria de la Dirección General de Tráfico: gastos, retrasos, sobrepeso, atascos, riesgo, estrés...



Navegando un poco por la red se puede ver que esta campaña consta, como mínimo, de un vídeo, varias cuñas radiofónicas o la ilustración que muestro más arriba.

Caminante Digital es una campaña también promovida por el Ministerio del Interior y que, entre otras cosas, nos invita a participar en una exposición fotográfica sobre el hecho de pasear por las calles y caminos del país. Yo destaco, de entre sus múltiples aristas, su Manifiesto del Caminante Digital:


#Nacemos y vivimos siendo PEATONES, 
y no renunciamos jamás a esta condición.

# Sabemos que somos los miembros más vulnerables del tráfico. La responsabilidad, el sentido común y nuestros derechos son nuestras formas de hacernos ver.

# Disfrutamos de la tecnología a nuestro alcance mientras caminamos, pero eso no nos impide prestar atención a nuestro camino.

# Ayudamos a mejorar nuestro entorno haciendo a pie nuestros trayectos siempre que sea posible.

# Cuidamos nuestra salud de la manera más sencilla y efectiva: cada vez que hacemos caminando nuestros desplazamientos del día a día es como una sesión de gimnasio.

# Optimizamos el uso de nuestros vehículos para ahorrar y evitar nervios innecesarios.


Desde este humilde blog, y tomando como referencia el Manifiesto del Caminante Digital, me he atrevido a realizar un Manifiesto de los Curredores:

- Nacimos para correr. Somos uno de los animales más rápidos del mundo en distancias largas.
- Debemos de hacernos ver. Por eso no corremos solo cuando los demás duermen, en rutas apartadas del resto del tráfico y en vacaciones. Nuestras zapatillas son nuestro medio de transporte para ir a trabajar, cada día.
- Prestamos atención a nuestro camino. Disfrutamos de él, lo amamos, lo respetamos... es nuestro camino. Por eso lo estudiamos y lo conocemos, sabemos cual es su alternativa más rápida, la más corta, la más divertida, la más dura o la más segura.
- Mejoramos nuestro entorno haciendo a pie nuestros trayectos. No contaminamos. Nada.
- Vamos al trabajo y entrenamos. Cualquiera de nosotros que curre de lunes a viernes a más de 4 kilómetros de casa puede hacer una maratón a la semana, casi sin enterarse.
- Optimizamos el uso de nuestras bicicletas. La combinación de carrera y bicicleta es más saludable, alarga la vida de la bici y mejora la calidad de la nuestra.

Desde la alcurrocorriendo queremos aplaudir la decisión de la DGT e invitamos a los organismos públicos a que sigan apoyando esta causa.

¡¡¡Run To Work Day!!!

La comunidad de curredores está de enhorabuena, un grupo de "run commuters" anglosajón me acaba de mandar una idea brutal, con una función solidaria y que, además, puede ser el empujón definitivo para todos aquellos que piensan en dar el salto definitivo para ir al curro corriendo.



Os proponemos un día en el que todos los currantes iremos corriendo al centro de trabajo, luego, además, podemos destinar el dinero que nos hemos ahorrado a una causa benéfica. Tal vez una buena idea sea destinarlo a UTMB por ADACEA o a la causa que a tí se te ocurra.

El día 26 de abril es el "Run To Work Day 2013"(el día de ir al curro corriendo), díselo a tus colegas para ver si se unen.




¡Genial! ¿No? Esto ya es imparable.
¡¡¡Al Curro Corriendo!!!

UTMB por ADACEA Jaén

Si tu mente está sucia, puedes correr diez mil kilómetros, pero ¿adónde habrás llegado? Si corres un kilómetro, pero tienes un compromiso apasionado con el mundo, ¿a quién le importan los otros 9999? (Jeff Shapiro, "Meditations from the Breakdown Lane")

Hace años que lo perseguía, aproximadamente desde 2009, y este año, por fin, va a ser. El viernes 30 de agosto a las 16:30 en la plaza central de Chamonix (Francia) tomaré la salida del Ultra Trail del Mont Blanc. Tras cuatro años de sacrificios, zapatillas gastadas, madrugones, sinsabores, alegrías, alguna que otra lágrima y un sorteo cruel (edición 2012), trataré de hacerlo lo mejor posible en la ruta de senderismo más famosa del mundo y que tendré que tratar de terminarla en menos de 46 horas (167 kilómetros y 9500 metros de desnivel positivo). Mis amigos y casi hermanos, Julio Rodríguez y Alberto Parejo, tratarán de hacer lo propio en la "carrera hermana" Courmayeur-Champex-Chamonix, cruzando tres países y mandándonos ánimos tecnológica y espiritualmente. Mi padre estará allí. Y todo aquel que me ha ayudado alguna vez en la vida también.

No se trata de qué, sino de cómo. Acabo de leer "Correr, Comer, Vivir" de Scott Jurek, uno de los mejores ultracorredores de todos los tiempos. Él dice que no se trata de qué, sino de cómo: intenta hacer algo en la vida, cocinar un plato de espaguetis, formar una familia o terminar una carrera de cien millas, pero trata de hacerlo de la mejor forma posible: con amigos, dando gracias, con humildad y tratando de aportar a la sociedad algo positivo.

En Agosto, la Asociación Deportiva Olivatrail (Julio, Alber y yo) trataremos de terminar las dos carreras más importantes de la edición 2013 de "The North Face Ultra Trail du Mont Blanc", considerados los Juegos Olímpicos de la carrera extrema. El evento podrá seguirse en directo por internet y, probablemente, por el canal de televisión Eurosport. Nosotros informaremos de nuestras sensaciones antes, durante y después de la competición y tenemos contactos con diferentes medios escritos y hablados.

Estamos dispuestos a publicitar a todo aquel que esté interesado a cambio de una cantidad económica que se destinará, íntegramente, a la Asociación de Afectados por el Daño Cerebral Adquirido de Jaén (ADACEA), y esta donación es desgravable en la declaración de la renta. Si quieres colaborar, escríbeme a alcurrocorriendo@gmail.com o búscanos en la web del proyecto. Puedes ver la nota de prensa de presentación del proyecto pulsando aquí.

No se trata de qué, sino de cómo.

Mi Equipo (marcas y modelos)

Ya sois muchos los que me lo habéis preguntado, así que ya va siendo hora de poneros el material del que dispongo, debo añadir que hay cosas que me pongo solo en ocasiones muy especiales (guantes: solo con bici y menos de 10 grados; frontal: solo de noche) y otras que llevo siempre encima (reloj, camiseta y mochila):

Camiseta: cualquiera de poliester, manga corta
Mallas cortas: Kalenji Essential
Mallas piratas: Salomon Trail IV 3/4
Pantalones largos: Kalenji Deefuz Essential
Calcetas: Salomon Exo Calf Long
Calcetines: cualquiera de algodón
Zapatillas carril: Asics Venture
Asics Gel Venture

Zapatallas trail: Asics Gel Fuji Trabuco


Cortavientos: Salomon Fast Wing
Forro Polar: The North Face Scythe
Mochila: Raidlight Endurance 14
Reloj-altímetro: Suunto X6
Frontal: Petzl Tikka XP2


Guantes: Trangoworld Windstopper
Bicicleta: Pinnacle Arkose One
Casco: Simond Calcit Light

Pues eso, ya iré metiendo información de las prestaciones de cada uno de los materiales, pero con esto es casi imposible que no puedas ir al trabajo sin emitir dióxido de carbono.

Ya sabéis ¡¡al curro corriendo!! (o en bici...)

Mi Mochila


Le di muchas vueltas a la cabeza antes de hacer mi pedido de la mochila Raidlight Endurance, de 14 litros, ya que me gusta reducir el gasto y el material a la hora de practicar el “Run Commuting” (es decir, ir corriendo “al” y “desde” el trabajo).

A la hora de escribir este artículo, ya había recorrido con ella unos 700 kilómetros. 166 de ellos en el ultramaratón "ÚltimaFrontera" (30 horas) y casi 70 como "corredor escoba" de "Emotion Extreme 66" (13 horas, donde, además de mi equipo personal, llevaba un botiquín). A pesar de todas las revisiones que le he hecho, no he visto ni un solo rasguño, ni un descosido.

La “Endurance 14L” es una mochila diseñada especialmente para las actividades al aire libre, más concretamente aquellas que te exigen tener la carga bien sujeta y pegada a la espalda, “trail running” principalmente. También se puede utilizar para senderismo, ciclismo rutero, bicicleta de montaña, escalada, alpinismo “ligero”... pero es en la carrera a pie donde se le saca más rendimiento, más todavía si la carrera es en “autosuficiencia” (pocos o ningún avituallamiento).



Se presenta en color rojo con detalles grises y negros. Con la mochila también viene un bidón flexible de forma cilíndrica, con la tapa a presión (prefiero a rosca) pero unida al bidón por una pieza de plástico (bien), y con un dibujo en el lateral que sirve de medidor (bien también).

La zona de la mochila que entra en contacto con la espalda está suficientemente acolchada, hasta el punto de poder servir de asiento o de almohada si es necesario. Los diseñadores han sabido encontrar el punto de equilibrio en este aspecto: el acolchado es suficiente para que la carga no resulte incómoda, pero no es excesivo para que el secado sea lento o aumente considerablemente el peso o el volumen. Dicho acolchado es más delgado en la parte central de la espalda, facilitando la ventilación. Las costuras son mínimas y en zonas de poco o ningún roce. El material no erosiona la piel en caso de fricción continuada.



El cinturón ventral es austero, propio de una mochila que nunca transportará más de 10 kilos, presenta un amplio bolsillo con cremallera en el lado derecho, con un elástico cosido en su interior que puede suplir a la cincha de compresión que no tiene, y un portabidón en el lado izquierdo, muy cómodo para la carrera, y regular a la hora de acceder a él, aunque regulable con una cincha y mucho más accesible con la práctica. Ambos, bolsillo y portabidón, están construidos con material ligero, resistente y bastante hidrófugo. Junto al portabidón hay, además, un pequeño bolsillo sin cremallera, construido a base de red y una goma elástica idóneo para guardar ciertos gadgets (MP3 o móvil).

La parte posterior presenta tres compartimentos que se pueden cerrar completamente mediante cremalleras: el más grande abarca casi los 12 litros totales de la mochila, el mediano puede destinarse a la bolsa de hidratación (con su correspondiente salida para el tubo y enganches de velcro para la bolsa, no incluida) y el tercero es un bolsillo pequeño, donde caben perfectamente dos frontales. Es de señalar que este último bolsillo es ideal para guardar la luz trasera roja, imprescindible en ciertas ocasiones, ya que el material del que está construido que, como ya he comentado, es ligero, resistente e hidrófugo, también permite pasar la luz con cierta claridad.



Dentro del habitáculo más grande, en su parte superior, hay cosido una especie de neceser, construido con una red y con un pequeño mosquetón de plástico interior, que se puede utilizar para guardar las cosas más pequeñas y que, necesariamente, no vamos a utilizar durante nuestra sesión deportiva (dinero, llaves...).



La mochila, además, presenta cuatro bolsillos limitados por elásticos, dos de ellos pueden ser utilizados como portabidones (eso sí, inaccesibles por el usuario cuando la mochila está cargada a la espalda), y dos opciones para transportar bastones: una en diagonal, con los bastones enganchados a unos pasadores elásticos, y otra vertical, pasando los bastones bajo una tela ligeramente elástica y en la que no se explica bien su funcionamiento en las instrucciones de uso. El primer sistema también puede ser utilizado como portapiolet, y el segundo como portabengala (Marathon des Sables).



Cada lateral de la mochila presenta un cordón en zig-zag, que permite comprimirla fácilmente con la ayuda de un pasador, dicho cordón no es elástico (mejor). Y justo en la parte posterior hay un último cordón con ganchos de plástico que permite favorecer la compresión (este cordón sí es elástico).



Los tirantes que la sujetan a los hombros son una continuación del acolchado de la espalda y tienen un bolsillo en cada una de ellas, bien limitado por dos elásticos. En las dos hay distintos ojales para regular la altura de la cincha de pecho (también elástica). Por último, estos tirantes también tienen unos pasadores en la parte superior para enganchar el impermeable de la mochila (no incluido con ella).



La mochila presenta dos clips: uno está en el cinturón ventral, accesible al lado izquierdo y sobre el acolchado, evitando el roce con la ropa o, lo que es peor, con la piel, y el otro es el de la cincha de pecho, que además es silbato. Todas las cremalleras (salvo el del neceser interior) presentan tiradores con poca vibración, y son bastante resistentes, así como las cintas del final de las cinchas de los hombros y sus pasadores. Los reflectantes están bien colocados, aunque alguno más no hubiese sobrado. Por último, la mochila tiene en la parte superior un asa minimalista. Ninguna cinta se queda corta para usuarios de talla XL, y, en caso de sobrar, se cortan fácilmente con tijeras y se queman los extremos con un mechero.



VENTAJAS: Con los cordones de compresión flojos y el cinturón ventral sin apretar, la “Endurance 14L” se comporta igual que muchas otras mochilas existentes en el mercado, o tal vez un pelín más incómoda pues los tirantes de los hombros salen muy juntos desde la parte posterior de la espalda y el portabidón del cinturón, en caso de utilizarse, queda un poco descolocado. Pero basta con apretar un poco el cinturón y los cordones para darse cuenta de que estamos ante una gran mochila: la carga se pega a la espalda, la mochila queda perfectamente sujeta y se reducen las vibraciones al máximo. La mochila me servía para correr con algo de agua accesible, las llaves, etc. pero poco a poco le he ido añadiendo carga hasta el punto de poder traerme la ropa limpia “a” y “desde” el trabajo (esta ropa dentro de una bolsa de plástico, pues la mochila es bastante transpirable), también he transportado documentación, varios bidones y hasta un juego de cubiertos y una lona tras un día de campo con la familia (y el cual decidí terminar con 10 kilómetros de carrera continua por montaña). La utilizo también para montar en bicicleta.

INCONVENIENTES: Se echa en falta una última cincha de compresión en el bolsillo del cinturón ventral y, la mayoría de las veces, no se aprovechan al máximo sus 14 litros, por lo que, a veces, sobra tela. Algún reflectante más no vendría mal y tampoco sé porqué no le han puesto algún sistema que permita pasar el cable de los auriculares a través de ella (y el reproductor en el bolsillo de red del cinturón ventral), algo que esta marca ya ha incluido en alguno de sus productos. Uno de los dos “portabastones”, en la gran mayoría de los casos, sobra.

CONCLUSIONES: La “Endurance 14 L” es una mochila extraordinaria que permite hacer cosas extraordinarias. Ligera, resistente y fiable, facilita el transporte de mercancía mientras corremos reduciendo las dificultades hasta límites insospechados. Los 55 euros que me costó fueron una gran inversión, el resto de mochilas del mercado con características similares y de otras marcas no baja del doble de precio. Muy recomendable.

¡¡El Curredor es Ciudadano O,O!!


Aprovecho este artículo para agradecer a los responsables de "San Miguel" y la web www.ciudadano00.es, por la mención que hacen en su artículo a este humilde blog. Os recomiendo la lectura de esta web pues es puede abrirnos la mente en muchas cosas, especialmente en cuanto a transporte sostenible, reciclaje y muchas más cosas que podemos hacer para cambiar, y mejorar, el mundo.


¡Gracias!

Última Frontera 2012 (166 kms)


Es muy interesante volver a sentarme delante del ordenador y empezar una nueva sección de “alcurrocorriendo” dedicada a las crónicas de las carreras a pie en las que voy participando como consecuencia de plantearme la carrera continua como medio de transporte. Para empezar voy a escribiros sobre mi experiencia en una carrera singular “Útima Frontera”, en su versión de 166 kilómetros, que dio el pistoletazo de salida el sábado 20 de octubre a las 9:15 en Loja (Granada).

Como Loja se encontraba a tan solo 90 minutos de casa e iba a participar en esta aventura con mis amigos Julio y Alberto (por lo que podíamos compartir coche) nos fuimos para allá esa misma mañana. Una pena que la noche anterior Julio y yo saliésemos por ahí con nuestras respectivas y solo dormimos cinco horas… menuda temeridad visto lo visto…

A penas 150 participantes en una carrera con tres versiones, 55, 83 y 166 kilómetros, Julio, Alberto y nuestro amigo cordobés Rafa participarían en la mediana y yo trataría de darle dos vueltas al circuito de poco más de 50 millas.

De izquierda a derecha: Rafa, yo, Julio y Alberto. Ellos son
grandes atletas y mejores personas, yo solo soy un humilde curredor

UF es una carrera organizada por la empresa AxaSport, de Paul Bateson, un británico afincado en Alhama de Granada obsesionado por el ultrafondo. Yo ya había participado en Última Frontera el año pasado, retirándome por lesión en el kilómetro 128, tras 25 horas de carrera.

La carrera trascurre principalmente entre carriles, algunos bastante rotos, y asfalto. Como llovió los días anteriores y las trece primeras horas de carrera, encontramos barro a espuertas, hasta el punto de que si no hubiese sido por los bastones más de una vez te ibas al suelo. Traté de ser bastante fiel a la estrategia que me había establecido en los primeros 80 kilómetros: siempre estuve entre los cinco últimos, caminando a un ritmo de unos 6 km/h y corriendo cuando me apetecía, en cuestas descendentes suaves. Disponía de 32 horas para pulirme los 166 kilómetros de distancia y 5500 metros de desnivel, y ya me había estrellado alguna vez que otra en otra carrera por ir demasiado fuerte…

Tras pasar por Zagra (bastante animado) y Ventorros de San José, llegué a Montefrío en el kilómetro 48, donde la organización enviaba las bolsas personales de los corredores: comí un poco y recargué la mochila con pequeños bocadillos de jamón con aceite y tomate, mejor que cualquier barrita energética. También tuve que decidir entre abandonar una chaqueta de forro polar o un chaleco, y me quedé con la chaqueta. Por aquel entonces desconocía lo vital de aquella decisión…

Desde allí a Huétor-Tajar y seguí la vuelta hasta Loja. En bastante buen estado tras 83 kilómetros y 13 horas de carrera bajo la lluvia. Allí me esperaban Julio y Alber, que habían hecho unos carrerones, y que se despidieron de mí como solo lo hacen los grandes amigos en las circunstancias más especiales. La decisión ya estaba tomada y la “speaker” (que se llama Maritrini, que hizo un trabajo espectacular y que le agradezco sus palabras de ánimo) no creía lo que le conté: me ducharía, cenaría y trataría de dormir un rato. Así lo hice.

Justo a medianoche sonó el despertador de mi reloj. Traté de descansar en una esterilla de gomaespuma y mi saco de dormir que había preparado para la ocasión. En fin, no era lo mismo que dormir diez horas en tu cama… pero menos daba una piedra. También quería experimentar y familiarizarme con estas sensaciones por si tuviese que hacerlo en otras carreras futuras.

Abandoné Loja a las 00:14, entre los aplausos de la organización que me aseguraba que iba último, buscando las distintas cintas de balizamiento (escasas, pero puestas con criterio) que había seguido 83 kilómetros antes. Solo, totalmente solo, en medio de la oscuridad. Con el único apoyo de las tres pilas de mi frontal y algún que otro mensaje cariñoso que me llegaba al móvil.



Llegué a Zagra (kilómetro 100) a las 3:15 de la madrugada. Ahora era un pueblo fantasma. Pero no puedo describir con palabras lo que sentí al ver a un vecino, el único, que me estaba esperando, recogiendo ya el avituallamiento, y ofreciéndome todo lo que le quedaba: agua, isotónicos, fruta… Lo decía con tanto entusiasmo que creo que si le hubiese pedido algún órgano vital también me lo hubiese entregado. Pero no tenía paracetamol ni ibuprofeno, que era lo que necesitaba. En ese momento apareció un vehículo de Protección Civil (a partir de ahora, PC) en sentido contrario a carrera y que, resumiendo, me dijo dos cosas: “no tenemos pastillas” y “el próximo avituallamiento está cerrado”.

Lo segundo fue un palo enorme. Abrí mi mochila y busqué el mapa de la organización con los horarios de paso: era cierto, el avituallamiento y control de Ventorros cerraba a las 3:15. Los de PC me dijeron que siguiese, que más arriba había una ambulancia con pastillas. Nada. Solo inyectables y odio las jeringas. No obstante mi principal problema era saber si seguía o no en carrera… llamé a los directores de carrera y sus teléfonos estaban apagados o sin cobertura. Y yo, a las 3:30 de la noche, tirado en una cuneta.

Conseguí contactar por teléfono con el jefe de PC, necesitaba saber si seguía o no en carrera y, sobretodo, necesitaba decirles que estaba vivo, que seguía en pie y que pretendía llegar a tiempo a meta. Este hombre, Miguel, nunca olvidaré su voz, me dijo que siguiese, que trataría de informar a la organización.

Allá por el kilómetro 107 me adelantó un coche de PC y me dijeron que me detuviese. Se bajó uno de estos “ángeles de la guarda” con un móvil en la mano, me la pasó, era Miguel:

-    -   Me han dicho que te tienes que retirar. Estas fuera de carrera.

Tardé un par de segundos en desatar el nudo que se me formó en la garganta y dije:
-    -    Eso tendrá que hacerlo el director de carrera.
-     
- -   Venga tío, no nos metas en más problemas y móntate en el coche, – respondió el móvil – pásame con mi compañero.

Le pasé el móvil al compañero y a continuación empecé a quitar los imperdibles que sujetaban mi dorsal, estaba dispuesto a entregarlo, pero no estaba dispuesto a entregarme. Seguiría sin dorsal, sin avituallamientos, pero seguiría.

La cobertura del móvil se perdió, el jefe de PC no podía hablar con su compañero.

-   -      Joder con la cobertura. ¡Miguel! ¡Miguel! Vaya… pues no sé qué quería decirme…

Sibilinamente y aprovechando las condiciones de oscuridad doblé mi dorsal y me lo metí en el bolsillo napoleón del cortavientos. Le respondí:

-   -      Vale tío, yo sigo para delante y tú, cuando hayas hablado con tu jefe, me pillas…
      -  OK, colega.
…si tienes cojones (pensé).

Empecé con pasos cortos y lentos, hasta la primera curva, donde empecé a alargar la zancada y a acelerar. Sé que no es muy inteligente echarte una carrera con un coche cuando llevas más de cien kilómetros en las piernas, pero no se me ocurrió otra cosa. Un kilómetro más adelante comenzaron a adelantarme dos, tres, hasta cuatro vehículos de PC. No los perdí del todo pues pude ver sus luces delante de mí, iluminando algunos olivos en el horizonte. Y entonces descubrí una pequeña luz, un frontal, que ascendía a lo lejos por lo que parecía una vereda a la derecha y que, probablemente, yo tendría que subir. Era el frontal del penúltimo corredor.

Justo antes de enfilar dicha vereda, cuatro coches de PC me esperaban con todas las luces encendidas (“ahora me pondrán los grilletes y me meterán a dentro”, pensé). Pero no, una mujer decía “¡ánimo, el último ha pasado en cinco minutos!” se ve que su jefe no había conseguido cobertura, seguía dentro de carrera y persiguiendo al penúltimo. “¡Vamos! ¡Vamos! ¡Vamos!”

Adelanté al dorsal 116 una hora más tarde, era alemán, iba cojeando de los dos pies, parecía un zombi, me dijo que estaba bien, que siguiese. Y así lo hice tras preguntarle si estaba bien un par de veces. Ya no era el último, y mientras el alemán siguiese en carrera yo también seguiría. Seguí caminando a buen ritmo un par de horas, de vez en cuando me adelantaba algún vehículo de PC y el conductor me gritaba “¡tienes al último pisándote los talones!” pero ya sabía que eso significaría que le sacaba, como mínimo, media hora, y eso pueden llegar a ser casi tres kilómetros.

A las 7 de la mañana me dormía de pie. Hacía zig-zags. Y me estaba muriendo de frío. Con los bastones atravesados en la mochila y las manos metidas en los bolsillos del forro polar caminaba con los ojos cerrados subiendo una cuesta interminable. La primera vez busqué un espacio seco en el asfalto, me tumbé bocarriba con las rodillas flexionadas y apoyándome sobre la mochila. Luego me senté en el suelo y metí la cabeza entre las rodillas. Tiritaba. Tal vez me dormí, no lo sé. Me levanté y seguí adelante. Eran las 8 de la mañana, llevaba 125 kilómetros y 23 horas de carrera. Media hora más tarde pasó, una vez más un vehículo de PC y, una vez más, me dijo “¡tienes al último pisándote los talones!”. Y una frase nueva:
-      -   ¿Te llevo?
-       -   Tendrás que matarme para meterme allí dentro.
-       -   ¡Qué honrado eres maricón!

Llegué al avituallamiento del kilómetro 131 cuando ya estaban recogiendo. Allí me esperaba el director de carrera, un plato de macarrones (pero… ¡frío! ¡Qué decepción!) y otro corredor que ya tenía el plato casi terminado. Preocupándome por la supervivencia del alemán les dije “por detrás va el dorsal 116” y ellos respondieron:

-    -    No, el dorsal 116 es este hombre – mirando al corredor que ya preparaba su mochila para seguir adelante.

El dorsal 116, el alemán, era ese tipo. No lo había reconocido porque ahora era de día y yo solo lo había visto antes de noche, con la poca luz del frontal y los reflectantes a todo trapo. Nunca lo había visto adelantarme, nunca me había adelantado. Entonces me acordé de la conversación con los del coche de PC. 

El dorsal 116 era un tramposo.

Tenía un pie y medio fuera de carrera, estaba agotado, muerto de sueño y helado. Me planteaba seriamente la retirada. Pero ese tramposo (que se despidió de mí con un “venga, luego nos vemos”) iba a terminar la carrera. Mientras terminaba los macarrones y volvía a cargarme la mochila el cansancio se fue transformando en indignación. Caminé un kilómetro. Hasta llegar al principio de un barranco donde transcurría la carrera, un barranco aislado y precioso para correr, recuerdo que, 83 kilómetros antes, fueron unos cinco, seis o siete kilómetros.

Pero seguía pensando en el alemán, y la indignación siguió transformándose… en ira.

Cogí el MP3 y seleccioné “Thunderstrock” de los AC/DC.

Empuñé los bastones por su parte central.

Llegó la hora de volar.

Nunca me hubiese creído que fuese capaz de correr tanto y tan rápido después de más de 130 kilómetros. Cuando adelanté al alemán fue como si un F18 sobrevolase una hormiga. Ahora sí, ahora sabía que terminaría esa carrera.

Llegué a Loja pasadas las 15:30. Aunque al entrar en el pueblo estaba totalmente descoordinado y las puntas de los bastones iban a veces al suelo, otras veces al pie y otras a las rodillas, conseguí reponerme para correr el último kilómetro. 500 metros antes de la meta me esperaba mi padre, no hacía falta nadie más. Se adelantó unos metros para hacerme fotos.


Con la "speaker" Maritrini llegando a meta

-    
- -     Te dije que solo necesitaba cenar y dormir un rato – le dije a la “speaker”

Abracé a mi padre bajo el arco de meta. Lo había conseguido. 30 horas. 166 kilómetros.
Hecho una piltrafa, pero una piltrafa feliz
Otra frontera cruzada.

Dedicado a mi padre.

¿Cuánto cuesta ir al trabajo? (hablamos de dinero)


Con el precio actual del combustible, ir corriendo al trabajo se ha vuelto también un motivo de ahorro económico importante.

El billete de autobús a mi trabajo, establecido por el Consorcio de Transporte Metropolitano del Área de Jaén, cuesta 1’04 euros, para 16’6 kilómetros:  0’06 euros por kilómetro.

Mi bicicleta me costó 400 euros, más 60 euros que invertí en complementos (acoples, punteras para los pedales, cubiertas y productos de limpieza). Suponiendo que invierta en ella 40 euros al año en labores de mantenimiento, y añadiendo que hago al año 7000 kilómetros entre mi casa y mi centro de trabajo:
Medio céntimo por kilómetro + coste de la bicicleta

Por último, para hacer 7000 kilómetros anuales corriendo necesito tres pares de zapatillas, a 60 euros el par:
0’03 euros por kilómetro.

Conclusión
VEHÍCULO
COSTE
AMORTIZACIÓN*
Coche
30 céntimos por kilómetro
-----------
Autobús
6 céntimos por kilómetro
-----------
Bicicleta
Medio céntimo por kilómetro
+ inversión inicial
Menos de tres meses
Corriendo
3 céntimos por kilómetro
Menos de tres semanas

*comparándola con el coche y un desplazamiento de 7000 kilómetros al año. Coste de la bicicleta 400 euros y coste de las zapatillas 80 euros.

Al final, ir corriendo al trabajo es siempre la mejor opción. Con lo que me cuesta ir al curro en coche durante un año podría comprarme cuatro bicicletas o 20 pares de zapatillas, o ir cinco años al trabajo en autobús. Aunque en realidad solo necesito una bicicleta o tres pares de zapatillas. En dos años de transporte al trabajo la bicicleta gana en el plano económico, pero… ¿quién puede asegurar el trabajo a dos años vista, tal y como va el país?

¿Todavía necesitas más razones para ir al curro corriendo?

¿Cuánto contamina ir al trabajo en coche?

Una de las razones por las que voy al trabajo a pie es la ecológica. Pero... realmente, ¿cuántas emisiones de dióxido de carbono ahorro al medio ambiente?

Mi trabajo está a 16'5 kilómetros de mi casa. Trabajo todas las mañanas, de lunes a viernes, y una tarde. Si fuese todos los días en mi coche haría 198 kilómetros semanales. Si le resto a mi trabajo las vacaciones, festivos y puentes, trabajo 32 semanas: 6336 kilómetros al año.

Tengo un Audi A3 Sportback, con motor TDI 1.6. Según la página de la marca emite 102 gramos de dióxido de carbono por kilómetro.

646'272 kilos de porquería anual a la atmósfera.

Sigamos con más cálculos:

Un coche que me lleve todos los días al trabajo emite unos 650 kilos de CO2 al año.
Podemos decir que emitiremos 325 kilos si decido compartir el coche con una persona.
217 kilos si comparto el viaje con dos personas.
162 kilos si cuatro personas viajan en el coche.

Cero gramos si voy al trabajo corriendo.
Cada día que lo hago dejo de emitir, por lo menos, 3'36 kilos.

En mi empresa trabajamos 25 personas y, más o menos, emitiríamos unos 16000 kilos de CO2 a la atmósfera, cada año, si todos decidiésemos utilizar nuestro coche para ir a trabajar cada día.

Si quieres averiguar cuanto contaminas cada día que vas al trabajo en tu coche solo tienes que multiplicar los gramos que emite tu vehículo cada kilómetro (que deben de quedar claros en la web de la marca) por el número de kilómetros que haces. Y aún así solo te saldrá cuanto contaminas como mínimo, pues las condiciones empeorarán con el tiempo, el estado del motor, los desniveles, etc.

Al final, ir al trabajo corriendo es lo más ecológico.

 Otro día hablaremos del asunto económico.

Por correr no cobrarán peaje

Hoy nos levantamos con más noticias pesimistas sobre el estado económico del país: recortes y más recortes... y comienzo a oír cada vez más fuerte las voces de aquellos que defienden que la austeridad no será la solución, y es que, a nivel macroeconómico, puede que no lo sea.

La filosofía "al curro corriendo", es austera, pero microeconómica.

En Jaén, mi provincia, hay 202 kilómetros de autovía
De los dos periódicos que pasan por mis manos, me llama la atención poderosamente aquel que describe la situación de mi provincia en el caso de que el estado cobrase por el uso de las autovías. Dicen que el presidente ni se lo plantea, pero las distintas fuentes ya hablan de precios en torno a 5 céntimos por kilómetro (en mi caso, si no corriese, casi 200 euros al año).:


El plan para cobrar peaje en las autovías afectará a 202 kilómetros

Un compañero dice que eso solo se haría en las autovías que no tuviesen vía alternativa y, es cierto, que el camino entre Jamilena (donde trabajamos) y Jaén (donde vivimos) no tiene ninguna otra vía asfaltada de comunicación que no sea la autovía (bueno... habría que estudiarlo, tal vez dando un rodeo por la antigua nacional... pasaríamos de 16 kilómetros a 50).

El caso es que yo le he dicho que sí hay alternativa: varias: el Camino Mozárabe, el Camino del Vicario, o la Cuesta Negra, todas ellas corriendo y todas estas explicadas en este post anterior.

Desde entonces fantaseo con la idea de ver a la gente corriendo para ir al trabajo, dejando su coche aparcado y cruzándome con ellos cada vez que sudo por en medio del bosque para ir al curro.

Espero que a Rajoy no se le ocurra cobrar peaje a aquellos que vamos corriendo al trabajo. Por ahora es una ventaja más.